martes, 29 de abril de 2014

Vanessa Perez Clippers


Soy mujer quiero conocer chico educado no soy puta asi que espero no haya malentendidos, dejame tu email y te escribire, lo prometo.
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Hace un par de semanas por cuestiones de deber volví a mudarme de nuevo a Córdoba, adonde había existido hace unos cuatro años y adonde conocí a Marta que había sido mi parienta por aquel entonces. Aunque habíamos menoscabado, seguíamos manteniendo cierto besuqueo, las tipificadas tarjetas de acontecimientos y en año nuevo, no obstante poco más. Cuando supe que me mudaba lo publiqué por facebook, y ella me mandó un comentario para que la llamara algún término y quedáramos a ingerir un café. La efectividad es que me apetecía. Marta era morena y esbelta, bastante guapetona, la napia respingona, igual que el culete. Pero sobre todo la reguero por unos senos honrados, con unos enormes capullos oscuros que me volvían loco cuando se le ponían duros. La llamé Vanessa Perez y quedamos en la cafetería de unos grandes pósitos del casino. Llegué un poco pronto, puesto que tenía bastante momento libre, me senté, pedí un café y me propuse esperarla. Al mango de un rato la vi encontrarse, llevaba botos negros, una minifalda en extremo Vanessa Perez pequeña de color plateado entallada a sus ancas y una flotadora esparcida negra de manga pequeña. Mientras se acercaba a la cafetería vi que algunos se volvían a mirarla por atrás cuando pasaba por su lado. No me extraña porque estaba feliz y sensacionalista. Nos saludamos con un moral mimo en la mejilla y nos sentamos, se pidió un te y yo otro café. Estuvimos charlando un buen rato de como nos iba, ella había aguantado futuro inclusive hace un mes, que lo dejó seguidamente de aprender que se la estaba pegando con una esposa del sufrimiento, de la gente común que conocíamos, antiguos amigos, recordando los viejos momentos ligados. Una cosa tras otra al final terminamos comentando sucedidas de aquel entonces, inclusive algunos regueros irritantes y humedos de cuando estábamos cercanos. Nos dimos enumeración que habíamos finalizado nuestras bebidas y me preguntó que si tenía periodo nos acercáramos a los grandes abarrotes a propinar un viaje, porque tenía que buscarse poco de ponerse y así podríamos acorralar charlando un poco. Como no tenía nada que actuar, accedí a acompañarla y fuimos a la circunscripción de vestimenta femenina adonde eligió un par de armadoras y un jinete. Había bastante gente entrando y saliendo de los probadores, sin embargo no tanta como para trabajar posaderas. La Mexicana caliente Me pidió que entrara y así le podía aseverar si le quedaba correctamente la vestimenta que había entresacado, que menuda memez porque a ella le sentaba proporcionadamente todo lo que se pusiera. Escogió el último probador y me paré enfrente del mismo, dispuesto a entregarse en manos que se probara la vestimenta, sin embargo ella me miró, me cogió de la habilidad y me metió para interiormente del probador corriendo la cortina. Enseguida de acelerar la cortina, se volvió hacia mi, se arrodilló en el asfalto y me bajó la cremallera del calzón. Metió la pasada por la embocadura y agarró mi instrumento, lo sacó y instantáneamente lo metió entero en su hocica adonde empezó a succionarlo. Yo estaba arrobado entretanto escuchaba la gente más o menos en otros probadores que podrían descubrirnos en cualquier tiempo. Era Vanessa Perez poco asaz morboso, notaba como mi vara empezaba a envanecerse y llegarse internamente de la calidez de su hocica. Cuando la sacaba su lengua se movía a lo largo de mi brazo, acariciando el bálano en hábitats. Su babaza me corría desde la extremidad aun la semilla del carajo, ella la lamía de nuevo y volvía a depositarla en la punta. Tenía una enorme institución, durísima y asaz lubricada por la humedad. Me bajó los bombachos y empezó a masturbarme con la garra, entretanto chupaba mis ovarios, los metía en la jeta alternativamente, los lamía, mordía tiernamente la corteza. Estaba en extremo airado, me costaba proseguir en misterio sin emancipar ningún gemido de placer que podría efectuar que nos sorprendieran. Me miró con una sonrisa picarona, paró un tiempo de masturbarme y sin rebelarse se quitó la almilla. No llevaba sujetador. Sus bustos eran tal como los recordaba, terminados y planos, los oscuros pedunculos duros y tan erguidos como mi pinchila. Volvió a agarrármela y la metió en la jeta para guardar chupándola. Yo puse mi pasada sobre su directora para juntarse los alborotos de abaniqueo mientras tanto no perdía detalle de como sus mamas se bamboleaban al ritmo de su impulso. Empecé a obligar las grupas delante y antes metiéndola aun la garganta. Me ponía a cien verla allí arrodillada ante mi y fui acelerando el ritmo progresivamente. Ella separó las rodillas y se subió la minifalda incluso la cintura, llevaba unas braguitas blancas y me fijé que estaban chorreando con sus flujos vaginales. Se frotó con los dedos por afuera un par de sucesiones y sus morros se le marcaban contra la tejida adulterada. Metió la maña adentro y empezó a tocarse, moviendo levemente los dedos en meridianos por su clítoris, luego bajando despacio, deslizándose por su genital incluso localizar la resquebrajadura y finalmente metiendo los dedos interiormente, tiempo en el que noté una escasa sacudida que recorrió su grueso. Seguro que estaba tan excitada como yo, que ahora le agarraba la capital con entreambas potenciales y no podía ralentizar de internarse su jeta. Mientras se estimulaba con una pezuña con la otra siquiera perdía el periodo, Ahora acariciaba mis bazos, agarrándolos y tirando de ellos tiernamente. Luego se tocaba los senos, pellizcando los capullos y describiendo meridianos cerca de su laureola. Mas tarde Vanessa Perez se acariciaba el interior de los cuadriles, tan marítimos por los derrames que se desbordaban de su interior y goteaban resbalando por sus patas. Ya no notaba la gente en torno a, solo deseaba titularse, empero atrás quería desistir que llegara su clímax. La conocía acertadamente y sabía justamente que estaba a grado de correrse. Marta tenía los cuidados cerrados ensimismada en explotar de su razonable falange y la hocica abierta recibiendo las acometidas que metían mi remo admisiblemente dentro. Yo la observaba atentamente cuando de repente vi que apretaba ambas partidas vigorosamente sobre su pubis, rápidamente arqueó la columna vertebral y soltó un leve gemido mientras tanto su jeta se cerraba reciamente atrapando mi plátano adentro. Era su clímax, yo lo estaba esperando y movimiento seguido morapio el mío. Exploté de suerte irreal, solté múltiples chorros abundantes de semen en su jeta, la inundé luego ella lo tragó todo, le encantaba mi gustillo y no permitió que siquiera una sola secreción se escapara de su hocica. A medida que se iba relajando ella continuó lamiéndola, exprimiéndola mientras tanto recuperaba su bombeo corriente incluso dejarla absolutamente sequía. Decididamente Vanessa Perez me había empozoñado del todo en su jeta, Marta lo sabía y de nuevo su sonrisa picarona me demostraba que ella incluso lo había rendido del mismo modo. Cuando Vanessa Perez se levantó vi que se había acostumbrado un pequeño charquito abajo de ella, se quitó las tangas y las metió en el saco, estaban tan mojadas que no podía llevarlas posturas. Se vistió con su chaquetilla de nuevo y yo me subí el bombacho. Salimos Vanessa Perez del probador con las arras que había cosechado y que no se había aparecido a desovar, las devolvimos y caminamos aun la salida de los grandes barracones sin salvar una voz. Todo aquello había sido tan rápido y impactante que yo no sabía en extremo adecuadamente como reaccionar en aquella localización siquiera que pasaría a leontina. Ya en la tierra se volvió y me miró a los cuidados, me sonrió y me dijo que podía llamarla de nuevo para “tomar un café” cuando quisiera. Se despidió con un mimo en la hocica que hasta tenía gusto a mi y subió a un ómnibus.

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